PONER BIEN LA MESA ES TODA UNA CIENCIA
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"Poner bien la mesa es toda una ciencia Ampliar Poniendo la mesa. Isabel Dávila (izq.) y Andrea Santander, en una clase de cómo arreglar los cubiertos. Julio Estrella / EL COMERCIO TIEMPO DE LECTURA: 5' 38'' NO. DE PALABRAS: 913 Alejandro Ribadeneira. Editor Sábado 24/11/2012 Andrea Santander e Isabel Dávila jamás pierden eso que se llama glamour. Ni siquiera cuando no están trabajando como profesoras de etiqueta. Entran a un restaurante y les empieza a temblar una ceja al descubrir, ¡horror de horrores!, que el tenedor de la entrada está puesto al revés, y la tensión aumenta cuando el mesero, atrevidísimo, pregunta si puede retirar el plato. ¡Por favor! ¿Exagerado? Para nada. Aunque la etiqueta y el protocolo pueden irradiar superficialidad en un primer momento, la demanda por aprender los secretos de una mesa correctamente colocada, entre otras aristas de este delicado oficio, se mantiene vigente. Hay convencionalismos que, para estas maestras de las buenas costumbres, no cambian. Claro que si un gran líder político se atreve a cuestionar al Barón de Montesquieu y su separación de poderes, clave en la democracia moderna, ¿por qué sujetarse a la rigidez de la etiqueta, que también nos vino de Francia? O, ¿tiene sentido que el tenedor de la entrada tenga un lugar específico, si la comida sabe igual? Santander y Dávila se ríen ante este ‘revolucionario’ cuestionamiento. Están acostumbradas a este tipo de dudas de gente que, por ir tan rápido, se pierde los detalles de la vida. Uno está en que, tarde o temprano, tocará ser anfitrión de alguna reunión y lo que menos se querrá es quedar mal. Sigue vigente esa frase de que borrar la primera mala impresión es sumamente difícil. Los primeros 30 segundos son claves para que el otro se forme una imagen que costará mucho rectificar. Vídeo LA ETIQUETA AL MOMENTO DE COMER La ingeniera Andrea Santander aconseja pequeños ‘tips’ para servir una buena mesa. No es solo cuestión de saber en dónde van los cubiertos ni qué tipo de copas debe estar sobre la mesa. Es preparación. Es disciplina y también deseo de agradar. Es ofrecer un ambiente agradable a alguien -novio, suegro, jefe, amistades, primos, compañeros...- que realiza una visita. Es compartir. Fuera de la casa, la etiqueta es más importante todavía. Santander y Dávila han tenido algunas experiencias, amargas como el jengibre, cuando, al organizar eventos, se han encontrado con personal de restaurantes y hoteles que desconocen las normas básicas. Para ellas es un problema, pues el país tiene muchos puntos turísticos, como Quito, Galápagos y Salinas, cuyos turistas esperan un trato de calidad, apegado a las normas. ¡Y justo el mesero se olvida que la copa de agua debe estar llena en 3/4 de capacidad! El apego a la etiqueta tiene fama de ser estricto y machista, pero eso también ha cambiado. Santander, que ha recibido cursos en Argentina, Bahamas y Estados Unidos, organiza eventos que ya no se limitan el tradicional blanco crudo o el dorado. Ahora el uso de los colores y la variedad de temas dependen del gusto -del buen gusto, por supuesto- del anfitrión y de su imaginación. Eso sí, los adornos de mesa jamás deben impedir que los comensales se miren a los ojos. Si estorban, mejor sáquelos rápidamente de ahí. Hay corsés que ya no aprietan tanto. En Francia se mantiene la regla del vino tinto para la carne roja y el blanco para el pollo. Pero en América eso ya no aplica tanto. Depende del gusto del cliente y hasta de su estado de ánimo. La etiqueta dejó de ser un ámbito de las abuelitas o algo ‘femenino’. Isabel Dávila, que aprendió este oficio en Argentina, Uruguay y Panamá, observa la gran demanda de varones que se inscriben en sus cursos. La razón está en que los hombres de hoy cuidan mucho de su imagen personal, combinan colores, buscan peinados impecables, hacen más ejercicio, algunos se aplican manicura profesional. Obviamente, también están pendientes de su casa y desean ser buenos anfitriones. Otro cambio es que el famoso ‘bufé’ ha perdido su elegancia. Antes, por cuestiones más bien prácticas, era muy usado -lo sigue siendo- en bodas y celebraciones. Ahora, el tener a los invitados haciendo fila por la comida no se lo considera tan glamuroso. Es más elegante una mesa sencilla, con los elementos en orden y con los invitados sin obstáculos para conversar. Perdón la insistencia, pero ¿ya retiró esos floreros? Además, ser glamuroso no implica ser ‘nerd’. Santander es fanática del motociclismo y Dávila es fanática de los deportes extremos, como el rapel. Ambas llevan seis años dedicadas a difundir la etiqueta. Trabajan en Liderazgo, una empresa de consultoría de eventos y también de capacitación de oficios en los que el trato es básico, como el de Asistente de cabina de avión. El 29 de este mes darán un nuevo curso en que revelarán por qué no se deja ‘lamido el plato’. Consejos para la mesa Los platos. El plato base estará en todo momento mientras dure la comida. El plato del pan va a la izquierda. Los cubiertos. Los tenedores van a la izquierda y los cuchillos a la derecha. Los pequeños, para la entrada, van afuera. Las cucharas. La de sopa va a la derecha, junto al cuchillo del plato fuerte. la del postre va en la parte superior. Las copas. Son tres: para agua y vinos tinto y blanco. La de champaña se la ofrece antes del brindis y luego se la retira."
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